Sin jazmines en el pelo ni rosas en la cara
Sonríe la calabaza cuando el gato gris
Se abalanza sobre llorosas uvas
Que se sienten secuestradas como
Una manzana mordida enclaustrada
En habitaciones humanas tan lúgubres
Como una cebolla cortada con lágrimas
III
madre no eres tú quien tambalea por los años
no eres tú quien cansada de insomnios rompe la mañana
perdona los enrevesados caminos de mis trenzas
(perdona la tristeza)
tantos años de cautiverio madre
cientos de lucha imparable
quebrantando las reglas del desierto
lidiando dardos de la muerte
pintaré mi espalda tatuaré mis pies
mi mandíbula Tatuaré mi diestra y mi siniestra
tatuaré las avenidas
con innumerables signos silenciosos y
bullentes
tatuaré los malos tiempos
el aniversario de la guerra
tatuaré las profundidades de la tierra
en mi pequeño sistema solar
De a tientas (Vagón azul Editores, 2016)
Mi cuerpo
es decir mi país
es un campo de batalla.
Todo el tiempo ha sido
un campo de batalla
una república oscura
de flores que rehúyen
caudillos de vanidad
entumecida en los lavaderos
profundos de la tierra.
Mi campo
mi país gramatical
traición olvido
estupor
tantas veces un poema ignorado
como el yanantin que nivela
los cerros para construir juntos
la madera de un hogar
o para sacar el clavo de mis ojos.
Mi casa
mi país
es el qhapac ñan transitado
De noche en medio Luna
Como en tiempos no idos
el Sol irradia ceques
hacia las montañas de las urbes
Ofrenda de los ayllus
a las comunidades no sometidas
en la huaca de mi barrio
Pero no tengo casa ni país
sino un agridulce manzano
que resuena en mis oídos.
CREMA DE PALABRAS
Es tiempo de parir
picar el zapallito
quitar las piedrecillas
cambiar el agua por tercera vez
rayar el jengibre
agregar una copa de cognac
Sazonar con zumo de añoranza
Sin las golondrinas se acaba el mundo.
De No queremos cazar la noche (Hipocampo editores, 2019)
KIMSA
Nací en el sur Soy hija de la hierba y del azar
el rugido de las olas
el viento y la vid
el rugido de la matria que mi cuerpo atesora
Nací en el solsticio de invierno cuando nacen las ballenas
acompañada de estrellas de mar
conchas de abanico
y audaces caballitos de colores
Soy la palabra queda la palabra nutria
la palabra amapola
Soy el respiro que se apaga y empeña en fluir
Soy lluvia destello
tránsito
aire de algas danzarino
a quien nadie le cortará el pensamiento
PISHKA
Mis cicatrices irrumpen en la profundidad de los océanos
miles de infantes protegidos por el vientre del pacífico
viajamos en gigantes almejas
En Pachacamac
mi corazón atraviesa el latido cósmico
a la velocidad de la luz
Mis cicatrices irrumpen en la profundidad de las rocas
No he logrado la madurez esperada por aquellos que piensan
cómo conducir a lo que llaman masa
queríamos disfrutar las piedras en la arena
bailar en la cresta del mar y bucear en él
La policía disparó a muerte en el canal de la Mancha
tambaleó el bote de goma y nos arrojamos todos
Madre logró subirme a sus espaldas y nadó
como siempre lo hizo
rumbo mar adentro.
XXVIII
Sobrevivo en la profundidad de las rocas
En la ciudad de la hecatombe
ya no recuerdo mi infancia
cocinaba poemas que ardían
en las ollas de barro del fogón
A medianoche
las estrellas encandilaban el camino serpenteado de eucaliptos
Me tomabas en brazos
y bajo el alumbrar de los glaciares incendiábamos la bruma
La iglesia era una enorme corona de oro en llamas
y volamos junto a las palomas y sus doce campanadas
Yo era una aprendiz de poeta
aprendiz de paloma
El candelabro encendió mis huesos
hasta encenizar mis plumas
y así aprendí el fundamento
de la página en blanco
Hambre voraz
decía mi madre en su propia lengua
De Rumikuna del mar (Hanan Harawi, 2021)
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